domingo, 1 de enero de 2012

Cómo Dejar de Fumar

Usted tiene un “amigo” que conoció cuando era joven. Aparte de que lo hacía sentir más maduro, le ayudaba a encajar en su grupo de compañeros. Siempre podía recurrir a él para aliviar el estrés, y llegó a ser imprescindible para usted en muchas situaciones.

Pero con el tiempo descubrió su lado oscuro. Él insiste en acompañarlo a todas partes, aunque eso haga que su presencia resulte desagradable en determinados lugares. Puede que su compañía le haya dado un aire de madurez, pero ha sido a costa de su salud. Y para colmo, le ha robado una buena parte de su dinero.

Últimamente usted ha tratado de romper esa amistad, pero él no lo deja. En cierto sentido, se ha convertido en su dueño. Ahora desearía no haberlo conocido.


Un Falso Amigo

ESO es lo que les sucede a muchos con el tabaco. Tomemos por caso a Earline, una mujer que llevaba cincuenta años fumando. Ella recuerda: “Tener un cigarrillo en la mano me hacía sentir mejor que estar con otra persona. Lo veía como un viejo amigo, y a veces era el único que tenía”. Sin embargo, con el tiempo se dio cuenta de que el tabaco en realidad es un falso amigo y muy cruel. De hecho, la introducción de este artículo describe muy bien la situación de Earline, salvo en una cosa: cuando aprendió que fumar está mal a la vista de Dios —pues contamina el cuerpo que él nos ha dado—, dejó el cigarrillo (2 Corintios 7:1).

Un hombre llamado Frank también tomó la misma decisión a fin de agradar a Dios. Pero un par de días después de fumarse el último cigarrillo, se metió debajo de su casa para buscar a gatas las colillas que se habían caído por las rendijas del piso de madera. “Aquello me hizo reaccionar —dijo—. Verme allí, escarbando en la tierra para encontrar colillas de quién sabe cuándo, me dio repugnancia. Jamás volví a encender un cigarrillo.”

¿Por qué cuesta tanto abandonar el tabaquismo? Los investigadores han descubierto las siguientes razones: 1) Los productos del tabaco pueden ser tan adictivos como las drogas. 2) La nicotina inhalada tarda tan solo siete segundos en llegar al cerebro. 3) El tabaco es parte de la vida de la persona porque está vinculado a casi todo: comer, beber, conversar, aliviar el estrés y así por el estilo.

A pesar de todo, como vimos en el caso de Earline y Frank, sí es posible librarse de esta dañina adicción. Si quiere dejar de fumar, la lectura de los siguientes artículos bien podría ser para usted el inicio de una nueva vida.


Fortalezca Su Motivación


“La característica más importante de quienes logran dejar de fumar es su firme determinación.” (Stop Smoking Now! [¡Deje de fumar ahora!])

DICHO de otra forma, si quiere librarse del cigarrillo, debe tener por lo menos una fuerte motivación. ¿Y cómo fortalecer su motivación? Antes que nada, piense en los beneficios de abandonar el tabaco.

Se ahorrará mucho dinero. Fumar una cajetilla diaria puede costar al año el equivalente a miles de dólares. “No me había dado cuenta de todo el dinero que se me iba en tabaco.” (Gyanu, de Nepal.)

Disfrutará más de la vida. “Puedo decir que mi vida empezó cuando dejé de fumar, y cada vez me va mejor.” (Regina, de Sudáfrica.) Cuando se abandona el tabaco, los sentidos del gusto y del olfato mejoran considerablemente, se goza de más energía y hasta cambia el aspecto físico.

Beneficiará su salud. “Dejar de fumar ofrece beneficios importantes e inmediatos para la salud de hombres y mujeres de todas las edades.” (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, de Estados Unidos.)

Tendrá más confianza en usted mismo. “Dejé de fumar porque no quería depender del tabaco, sino ser dueño de mí mismo.” (Henning, de Dinamarca.)

Su familia y sus amigos se beneficiarán. “Fumar [...] afecta la salud de las personas que están a su alrededor. [...] Los estudios han demostrado que el humo de segunda mano causa miles de muertes cada año debido a cáncer de pulmón y enfermedades cardíacas.” (Sociedad Americana contra el Cáncer.)

Agradará al Creador. “Amados, limpiémonos de toda contaminación de la carne.” (2 Corintios 7:1.) “Presenten sus cuerpos [...] santo[s], acepto[s] a Dios.” (Romanos 12:1.)

“Cuando comprendí que Dios desaprueba las cosas que contaminan el cuerpo, decidí dejar el cigarrillo.” (Sylvia, de España.)

Pero muchas veces no basta con la motivación. Hace falta la ayuda de alguien más, como los familiares y amigos. ¿Qué pueden hacer ellos al respecto?


Busque Ayuda

“Si alguien pudiera subyugar a uno solo, dos juntos podrían mantenerse firmes contra él.” (Eclesiastés 4:12)

CUANDO contamos con el apoyo de otros, tenemos más posibilidades de vencer a un enemigo, cualquiera que sea. De modo que si quiere acabar con su adicción al tabaco, haría bien en pedir ayuda a sus familiares y amigos o a alguien que esté dispuesto a apoyarlo con paciencia.

¿Por qué no recurre a quienes han logrado dejar de fumar? Ellos sabrán ponerse en su lugar y podrán ayudarlo. “Recibir apoyo fue muy valioso para mí”, comenta Torben, un cristiano que vive en Dinamarca. Y Abraham, que reside en la India, escribe: “El amor sincero de mi familia y de hermanos cristianos me ayudó a abandonar el vicio”. Ahora bien, a veces no basta con el apoyo de familiares y amigos.

“Fumé por veintisiete años —comenta un hombre llamado Bhagwandas—, pero como aprendí lo que la Biblia dice sobre las prácticas que contaminan, decidí librarme del tabaco. Traté de ir dejándolo poco a poco. Me alejé de mis antiguos amigos. Busqué ayuda profesional. Pero nada funcionó, hasta que una noche le abrí mi corazón a Jehová Dios en oración y le rogué que me ayudara a abandonar el vicio. Así fue como por fin lo logré.”

También es importante prepararse para los obstáculos a los que seguramente se enfrentará en su lucha contra el tabaco. En el siguiente artículo veremos algunos de estos.



Conozca Los Obstáculos


COMO demuestra el caso de Yoshimitsu, cuando uno quiere dejar de fumar, se topa con obstáculos. Además, las investigaciones demuestran que casi el noventa por ciento de los que dan un traspié caen de nuevo en el vicio y no logran librarse de él. De modo que si usted está intentando abandonar el tabaco, será más probable que lo logre si se prepara de antemano para superar los obstáculos. Veamos cuáles son los más comunes.

Las ansias de nicotina. Normalmente alcanzan su punto máximo durante los primeros tres días después del último cigarrillo y disminuyen unas dos semanas más tarde. En ese tiempo, “los deseos van y vienen, no son constantes”, recuerda un ex fumador. E incluso años después, quizás sienta de pronto la necesidad de fumar. Si le sucede eso, no se deje llevar por el impulso. Espere unos cinco minutos, y verá como se le pasa.

Otros síntomas de abstinencia. Al principio, a muchos les cuesta mantenerse despiertos o concentrarse, y tal vez tiendan a engordar. También pueden experimentar dolor, picazón, sudoración y tos, así como cambios de humor que se manifiestan en impaciencia, propensión a la ira o hasta depresión. La mayoría de los síntomas, sin embargo, disminuyen en un lapso de cuatro a seis semanas.

A lo largo de esta etapa tan difícil, hay algunas cosas prácticas que le pueden ayudar. Por ejemplo:
  • Dese más tiempo para dormir.
  • Beba mucha agua o jugo, y lleve una dieta sana.
  • Haga ejercicio moderado.
  • Respire profundamente e imagínese que está llenando sus pulmones de aire puro.

Desencadenantes. Son circunstancias o estados de ánimo que pueden despertarle las ganas de fumar. Por ejemplo, quizás acostumbraba encender un cigarrillo cuando bebía algo. De ser así, no pase mucho tiempo con su bebida en la mano. Por supuesto, más adelante podrá disfrutarla con calma.

Con todo, hay vínculos psicológicos que pueden persistir mucho después de haberse desintoxicado. Torben, citado antes, admite: “Han pasado diecinueve años desde que dejé de fumar, y todavía siento la tentación durante la pausa del café”. Como regla general, sin embargo, la relación entre el cigarrillo y ciertas circunstancias específicas irá perdiendo fuerza con el tiempo.

Pero no sucede lo mismo con el vínculo entre el alcohol y el tabaco. De hecho, quizás tenga que abstenerse de las bebidas alcohólicas y evitar los lugares donde se sirven, ya que un alto porcentaje de recaídas se producen cuando se bebe. ¿Por qué?

  • El alcohol, hasta en pequeñas cantidades, aumenta la sensación de placer que genera la nicotina.
  • Beber socialmente suele ir de la mano con el consumo de tabaco.
  • El alcohol nubla el juicio y reduce las inhibiciones. Con razón dice la Biblia que “el vino y el licor quitan el juicio” (Oseas 4:11, Biblia del Peregrino).


Compañías. Elíjalas bien. Por ejemplo, evite estar innecesariamente con personas que fuman o que pudieran invitarlo a fumar. Además, aléjese de las personas que, con burlas o de otra forma, traten de socavar sus esfuerzos.

Emociones y estrés. Según un estudio, casi dos terceras partes de los que volvieron a fumar se habían sentido estresados o airados justo antes de recaer. Si nota que su estado de ánimo ha despertado en usted las ganas de fumar, haga algo que lo distraiga, como beber agua, mascar chicle o salir a caminar. Procure llenar su mente de pensamientos positivos, quizás pidiendo ayuda a Dios en oración o leyendo algunas páginas de la Biblia (Salmo 19:14).


Argumentos erróneos

  • Solo daré una probadita.
Contraargumento: Una sola probadita puede estimular durante tres horas más del cincuenta por ciento de algunos receptores de nicotina del cerebro. Por lo regular, esto conduce a una recaída total.

  • Fumar me ayuda a combatir el estrés.
Contraargumento: Las investigaciones revelan que la nicotina eleva los niveles de las hormonas del estrés. Cualquier sensación de alivio que perciba puede deberse en gran parte a que los síntomas de abstinencia han disminuido temporalmente.

  • Es demasiado tarde para dejarlo.
Contraargumento: El pesimismo socava la voluntad. La Biblia dice: “¿Te has mostrado desanimado en el día de la angustia? Tu poder será escaso” (Proverbios 24:10). Así pues, no sea derrotista. Cualquier persona que se proponga abandonar el tabaco y que aplique principios prácticos, como los mencionados en esta revista, es capaz de alcanzar su meta.

  • Los síntomas de abstinencia pueden más que yo.
Contraargumento: Es cierto que los síntomas de abstinencia son muy fuertes, pero remitirán en unas semanas. No pierda de vista su meta. Si al cabo de meses o años vuelve a sentir el deseo de fumar, verá como también remite —quizás en tan solo unos minutos—, siempre y cuando no encienda un cigarrillo.

  • No me atrevo a dejarlo porque padezco una enfermedad mental.
Contraargumento: Si usted recibe tratamiento por un problema psíquico como la depresión o la esquizofrenia, pida a su doctor que le ayude a vencer el tabaquismo. De seguro lo hará con mucho gusto. Por ejemplo, tal vez le modifique el tratamiento a fin de compensar los efectos que la desintoxicación pudiera tener en su enfermedad o en la medicación que esté tomando.

  • Temo sentirme fracasado si sufro una recaída.
Contraargumento: Si vuelve a caer en la tentación y se fuma un cigarrillo, como les pasa a muchos, no quiere decir que su situación sea irremediable. Siga luchando. Recaer no significa fracasar, el fracaso está en desistir. Así que, ¡ánimo! Usted puede lograrlo.

Romualdo es un buen ejemplo de esto. Fumó por veintiséis años y dejó de hacerlo hace más de treinta. “Ya ni sé cuántas veces fallé —admite—. En cada recaída me sentía derrumbado, como si fuera un caso perdido. Pero cuando me propuse tener una buena relación con Jehová Dios y fui constante en pedirle ayuda, logré dejar el tabaco de una vez por todas.”

En el último artículo de esta serie se considerarán algunas sugerencias prácticas que le ayudarán a convertirse en un ex fumador feliz.



Usted Puede Ganar La Batalla


HA LLEGADO el momento de ‘ser animoso y actuar’ (1 Crónicas 28:10). ¿Qué le resta hacer para ganar su lucha contra el tabaco?

Fije una fecha. El Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos recomienda que, una vez que decida dejar de fumar, debe escoger una fecha que esté dentro de las próximas dos semanas. De este modo, su motivación no disminuirá. Marque ese día en su calendario, dígaselo a sus amigos y no se eche atrás pase lo que pase.

Hágase una tarjeta. Escriba en ella la siguiente información y lo que usted piensa que le ayudará.
  • Sus razones para dejar de fumar
  • Números telefónicos de las personas a las que recurrirá cuando sienta que puede caer
  • Ideas que le ayudarán a alcanzar su meta (quizá textos bíblicos como Gálatas 5:22, 23)

Lleve la tarjeta siempre consigo y repásela varias veces al día. Aun después de haber abandonado el tabaquismo, léala cada vez que le vengan deseos de fumar.


Tome medidas por anticipado. Antes de que llegue la fecha que usted fijó, cambie los hábitos que usted asocia con el tabaco. Por ejemplo, si acostumbra encender su primer cigarrillo tan pronto como se levanta, pospóngalo una hora más o menos. O si fuma durante la comida o al terminar, deje de hacerlo. Evite lugares donde se fume. Practique a solas y en voz alta la frase “No gracias. Ya no fumo”. Además de prepararlo para el día establecido en que dejará de fumar, estas medidas también le recordarán que muy pronto se convertirá en un ex fumador.

Otros detalles importantes. A medida que se acerca el día, abastézcase de cosas que pueda echarse a la boca: bastoncitos de zanahoria, chicles, frutos secos y así por el estilo. Recuerde a sus amigos y familiares tanto la fecha que fijó como lo que pueden hacer para ayudarlo. Justo antes de que llegue el día, deshágase de todos los cigarrillos que tenga en la casa, en el auto, en los bolsillos de la ropa o en su lugar de empleo, así como de los ceniceros, encendedores y cualquier otra cosa que le despierte la tentación. Lo cierto es que cuesta más salir a comprar una cajetilla o pedir un cigarrillo a un amigo que sacar uno del cajón. Además, siga pidiéndole a Dios que lo ayude, especialmente después de haberse fumado el último cigarrillo (Lucas 11:13).

Un sinnúmero de personas han roto su amistad con aquel que creían que era su amigo, pero que resultó ser falso y cruel: el cigarrillo. Usted también puede librarse del tabaco y experimentar la dicha de ser dueño de sí mismo. Su salud se lo agradecerá.

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